Por: Jorge Calvillo Unna.
Se dice que cada lugar tiene su propio espíritu. Los romanos le llamaban el genius loci. El carácter o el espíritu de un paisaje o de un lugar es algo objetivo, concreto; lo podemos percibir y sentir, pero no es fácil describirlo pues es la suma de muchas cualidades diferentes. Porque no se puede reducir a uno o varios aspectos, también se le llama “la cualidad sin nombre.”
En todas las culturas antiguas, sin excepción, el paisaje era sagrado. Nos relacionaba con las divinidades. Las montañas, las rocas, los árboles, los manantiales, los ríos, los lagos, las cuevas y las plantas eran identificados con deidades o energías con diferentes atributos. Siempre han existido sitios reconocidos por su energía especial, como por ejemplo el gigantesco monolito de Ayers Rock en Australia, el montículo de Glastonbury en Inglaterra, la montaña T’ai-shan en China, Delfos en Grecia, Machu Picchu en Perú. Malinalco es uno de ellos.
Malinalco está en un valle, que en algunas partes se angosta hasta llegar a ser casi una cañada. Este valle está conformado por plataformas o terrazas geológicas; que descienden escalonadamente de norte a sur entre los 2200 metros y los 1500 metros, esta situación propicia una gran riqueza biológica. La topografía es muy compleja; los cerros tienen diferentes formas con acantilados y penínsulas montañosas que penetran sobre las plataformas, formando cañadas que a su vez son penetraciones de las terrazas entre las montañas. Esta cualidad espacial crea gran cantidad de diferentes ambientes, cada uno con su propio carácter. Malinalco, es la suma de todos esos ambientes únicos.
Otras cualidades importantes del paisaje y las montañas de Malinalco son su tamaño más bien modesto, las proporciones armoniosas y las formas de los cerros y acantilados, así como la infinita cantidad de planos paisajísticos que se dan en esta compleja topografía. Así se conforma un paisaje que no nos abruma, que no es inconmensurable; al contrario, tiene lo que en diseño se llama “escala humana”, es decir, que es accesible a nuestros sentidos y lo podemos relacionar con nuestro cuerpo; es un lugar acogedor y habitable que al mismo tiempo nos inspira respeto y nos sorprende. Los accidentados perfiles de las montañas y de los peñascos nos sugieren caras de guerreros, animales prehistóricos, fortalezas o castillos, y esta cualidad nos induce a un ámbito onírico y mítico. Cada pequeño predio, paraje, plataforma o huerta es único y por estar en terrazas escalonadas tiene vistas espléndidas que lo relacionan con el paisaje circundante. Por eso Malinalco era conocido en el siglo XlX, como el “balcón del trópico”, un balcón que se abre a un paisaje que se acerca y casi nos permite tocarlo y que luego se aleja hasta el horizonte entre sombras y luces con exquisitos filtros.
Sería materia de un libro describir todos los lugares significativos. Como ejemplos aquí sólo mencionamos algunos. En general son lugares pequeños, son lugares frágiles que no admiten visitas masivas; situación característica de todo Malinalco. Incluso de la zona arqueológica que es la más visitada.
- La Montaña Toxquihua está al poniente del valle: en su piedemonte se encuentra el barrio de San Martín y se puede decir que es la que preside todo el pueblo. Por su tamaño y complejidad está llena de lugares especiales. Su nombre, según la tradición local, se traduce como “la que tiene la voz de mando” los ancianos del pueblo dicen que cuando truena el cielo en el Toxquihua la lluvia es inminente. Esta gran montaña, tiene varias cañadas y acantilados bellísimos, con un carácter misterioso por su estrechez y verticalidad, sus asociaciones vegetales son mixtas: Coníferas, y algo de encino en sus partes altas, fresnos y sauces en las cañadas y selvas bajas en sus laderas orientales que son el “telón de fondo” del paisaje del pueblo. Desde su cima se llegan a ver los volcanes del Nevado de Toluca, el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl. Es la montaña que nutre al pueblo de Malinalco de agua, leña, plantas medicinales, animales para comer, hongos y pastizales para el ganado. También en las leyendas locales se menciona que en algunos de sus rincones se encuentran sitios que fueron considerados sagrados desde la antigüedad. En cierta forma el paisaje es una ventana o puerta para nuestra percepción de la realidad, un paisaje como Malinalco nos recuerda la magia de la vida terrenal.
- Tlaxico, “ombligo de la tierra”, está al pie del Toxquihua. En este paraje está localizada una de las áreas arqueológicas más importantes del valle, y aunque ha sido fragmentado por los muros de residencias conserva un halo de misterio cuando se recorren sus pequeñísimos callejones. En este mismo paraje hay una roca monolítica conocida como “la mesita”, su parte superior es una plataforma plana circular, indudablemente debe haber sido un sitio ceremonial. Por su altura y localización tiene una vista panorámica de 360° por arriba de la copa de los árboles más altos. Don Emigdio Mancio fue mi guía cuando la conocí y me dijo: “Lo voy a llevar a un lugar muy equilibrado”, y efectivamente como don Emigdio me dijo, la sensación de equilibrio con el paisaje es espléndida, encontrando ese juego característico del paisaje de Malinalco del cerca y lo lejos. ¿Qué pasa en nuestra alma cuando el paisaje que nos rodea se acerca y se aleja insinuando infinitos destinos en un solo lugar?
- Techimalco, “en el escudo de piedra”, es más conocido como “el rincón” de San Juan. Es un valle / cañada, un museo viviente que conserva sus parcelas de sembradíos en terrazas, con sus tecorrales y apantles originales, algunas huertas de aguacate, guayaba o durazno y las laderas y montañas con sus bosques y selvas bajas. En el fondo del rincón hay un manantial, un ahuehuete y los senderos que entran a las montañas y cañadas. Este lugar tiene unas proporciones espaciales maravillosas; la armonía que se genera aquí es muy interesante, nos induce un estado de paz y tranquilidad, este rincón es una demostración fehaciente de la influencia del paisaje en el estado de ánimo. Desafortunadamente ya se empezó a construir en forma caótica en este lugar único.
- Tenacasco, “junto al recipiente de agua”, está en el barrio de Santa Mónica, es un rincón a los pies de “El cerro de los ídolos”, como le llaman en el pueblo a la zona arqueológica. Viejas huertas con grandes árboles crean un ambiente sombreado y húmedo delimitado por los acantilados de rocas, en donde reverberan, con un maravilloso sonido metálico los cantos de los pájaros. Preside este lugar una cueva en forma de gran vagina, en cuyos húmedos bordes cuelgan lianas y raíces de un amate amarillo, que entran y salen de la oscura rajadura. Es la cueva que produce las nubes y las lluvias; es la puerta del gran “almacén” o “bodega” de vida que son las montañas, según la tradición prehispánica. La sensación es de recogimiento y de respeto.
- Termino estos breves ejemplos con Ateopan, “en el templo del agua”. Este paraje corresponde a lo que hoy se conoce como “las truchas”, y era uno de los sitios más bellos de Malinalco, hay muchos manantiales concentrados en este lugar, cada uno era un lugar especial, algunos acompañados por una cruz, o un ahuehuete y muchos sauces que crecen entre rocas a la orilla de los apantles, y como fondo a este paisaje: El Toxquihua. Este hermosísimo lugar fue destruido por nuestra ignorancia. ¿Cómo cambiar nuestra mirada y reverenciar el “espíritu del lugar”, e integrar el paisaje natural con la obra del hombre? Visitando el llamado “Cuauhtinchán” en la zona arqueológica nos damos cuenta de esa antigua sabiduría que conocía la respuesta: El paisaje es sagrado, estamos en comunión con él, consciente o inconscientemente.
El paisaje tiene muchas dimensiones. Se puede percibir o entender desde muchos puntos de vista; puede verse desde una perspectiva histórica, geológica, botánica, cultural, económica, poética ó mítica. Malinalco se caracteriza por volver evidente esa multidimensionalidad del paisaje.
Este lugar está en la frontera ecológica entre el altiplano y el trópico e incluye las cualidades de ambos: Se convierte en algo diferente y más rico. También es una frontera cultural simbolizada por el templo monolítico en las laderas del “Cerro de los Ídolos” y el Convento de la Transfiguración; lo rural y lo urbano, los límites históricos del zapatismo y de los cristeros. Hoy es una frontera entre la ignorancia y la conciencia, está en el filo de la navaja perdiendo cada día su naturaleza de “paisaje sagrado” que se convertirá en un desastre ecológico más si no aprendemos a cuidarlo.
También es importante mencionar un aspecto poco estudiado, me refiero a las energías sutiles o no percibidas por nuestros sentidos y que existen en diferentes formas, como son las telúricas: Radiaciones, ionización, magnetismo y variaciones del campo electromagnético. En Malinalco hay grietas y fallas geológicas, corrientes subterráneas de agua y grandes macizos rocosos que son algunas de las características que propician esas energías. Cabe recordar que en las culturas antiguas se reconocían esos aspectos para localizar los templos o monasterios, o los lugares de peregrinación, de oración o meditación como Lhasa en el Tíbet, Santiago de Compostela en España y La Meca en Arabia.
Por todo lo anterior, conocer Malinalco es una experiencia muy especial para el visitante ya que se convierte en una oportunidad de romper las fronteras de la percepción y descubrir que el paisaje natural encierra un conocimiento profundo de nuestra relación con la vida, con nuestra casa: La tierra. Una experiencia muy cercana y natural pero, también lejana y desconocida. Quizás por eso dicen que Malinalco es un lugar mágico.
Podríamos decir que Malinalco está en el filo de la navaja, su rápido crecimiento está agudizando viejos problemas que ponen en peligro su futuro como patrimonio de nuestro país. El desorden en las construcciones, el descontrol del comercio sobre la vía pública, la contaminación del río Malinalco, por aguas negras, la basura, el ruido, la contaminación por quema de basura, el exceso de perros callejeros, la poquísima inversión pública, etc. son algunos problemas que están deteriorando su imagen y su calidad de vida. Se requiere de un gran esfuerzo para evitar su decadencia y nadie está exento de asumir su responsabilidad, lo peor que puede pasar es creer que sólo las autoridades tienen las soluciones, la situación actual es la prueba de ello.